Hojas matutinas 45
7:49
Enero 28
En la mañana al levantarme tenía una idea de lo que quería escribir, buenísima, pero ahora no aparece, ya se me olvidó.
Antier murió mi amigo del reino Juan José, complicaciones del covid y la diabetes. La primera impresión al conocerlo fue un poco extraña, por que sin conocerme me planta un abrazo, pero no, así era Juan José, a todo el mundo le daba un abrazo, a veces me le escondía, con el tiempo le fui tomando cariño, y ya después hasta lo buscaba, en las oportunidades que tuvimos de platicar, encontré a una persona que había pasado por un periodo de alcoholismo y bonanza económica en su juventud, que tocó fondo y entró a alcohólicos anónimos, en su búsqueda de Dios se adhirió a un grupo cristiano y después regresó a la religión católica para participar activamente en la evangelización, nos platicaba que era frecuente tener problema con los padres y párrocos por que él en su entusiasmo quería salir a a evangelizar activamente y los padres lo tenían que calmar. El orador mas libre de los que vamos al reino, tanto que a veces a media misa el conectaba con Dios y se veía que seguía en oración profunda cuando la etapa de la misa ya era otra, siempre al rezar u orar abría sus brazos, yo me imagino que esa capacidad de oración la debe haber tomado cuando estaba con los cristianos.
Las veces que platiqué con él, siempre tuvo un mensaje para mí, yo imagino que el intuía mi condición y me decía que la base de la estabilidad económica era la generosidad, siempre me instaba a dar, y que el Señor Jesús me iba a recompensar al ciento por uno, me decía que su experiencia había sido esa, que había tenido mucho dinero, que lo había perdido y que había perdido hasta su familia, pero que cuando encontró a Dios todo se transformó, me insistía "da, da y da".
En las charlas que nos daban los padres siempre le gustaba complementar, siempre era el primero en agradecer y elogiar al padre por lo hermoso y constructivo de las charlas sean de lo que fueran, hayan estado entretenidas o aburridas, se comportaba como el niño aplicado de la clase, si, de esos que cuando toman la palabra el grupo hace un murmullo de fastidio porque ya quieren salir al recreo, seguro que él lo escuchaba, pero eso no le quitaba ni un ápice de entusiasmo por compartir su descubrimiento de la bondad de Dios.
Adoraba a su esposa, se dirigía a ella como la gran perdonadora (cuando lo hacía yo pensaba, pues que habrá hecho este, cuando mas bien debía pensar en que estaba haciendo yo).
Siempre sonriente, pero también era muy susceptible de llorar de agradecimiento a Dios o de emoción, era notorio que a veces se sentía desbordado y frustrado por no poder transmitirnos su felicidad y entusiasmo de seguir a Cristo.
En misiones también nos tocó convivir con el y con su esposa, en una misión fue mi esposa en su grupo y me cuenta que a ella le sorprendió que un señor lo buscó como si lo conociera de mucho tiempo atrás, y que Juan José tomó un buen tiempo para platicar con el y si mal no recuerdo el señor les decía que Juan José le había salvado la vida y lo había encausado al buen camino. Juan José siempre decía que el que hacía todo era Dios.
Sospecho que ayudaba a mucha gene y no lo decía, me da pesar por toda esa gente de muchas partes que lo conocía y a la que ayudaba que ya no van a ver a ese ser humano servidor de Cristo.
Así era Juan José, pasó muchos días entre la vida y la muerte, alrededor de un mes, ahora hay un vacío, una persona diferente a todas las que he conocido y que la manera que se me ocurre de honrarle es acordarme y esforzarme por vivir con su entusiasmo por Cristo sin importar que dirán los demás.
Buen viaje amigo Juan José.
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