Hojas matutinas 58

 7:47

música de reggaetón a lo lejos, ojos cansados, ruido de laminas y coches cuando cruzan los topes que justo están frente al local, un te de manzanilla con una de esplenda y una de manzanilla, caliente que quema suavemente la lengua, músculos con un dolor como de cansancio, leve pero se siente.

La mano en la barbilla viendo la pantalla, buscando una idea, evitando caer en mi lugar común, de hablar de lo de siempre, aunque sospecho que siempre hablo de lo de siempre.

El colmillo derecho un poco destemplado, otro sorbo al te desabrido, pero así me gusta, apreciar suavemente el pequeño sabor dulce sutil, apenas presente. Saco la cartera de la bolsa trasera del pantalón, que ya me está calando, la dejo en el escritorio y pienso un poco en cuanto dinero tengo. 

Un ojo a Héctor que está en clases virtuales y regreso a la pantalla, me gusta el ritmo al que van cayendo las palabras como cuentas de chaquira que se van soltando poco a poco, casi con pereza pero constantes, en un anhelo de el estado de alerta de la meditación, el dolor de músculos se está yendo o ya perdió importancia por un momento, no lo sé, subo tres renglones a corregir un error de dedo, un pensamiento se asoma diciéndome que estas semanas no he sido constante con las mañanas milagrosas, como dije el lugar común llega.

Punto y aparte viene el siguiente párrafo esperando la idea, algo del interior que asome que se manifieste, otro pensamiento se asoma, preguntando si sirve de algo estar escribiendo detalles de lo que sucede alrededor o solo es el refugio del que nada tiene que hablar. Yo estoy seguro que sí tengo algo de que hablar y escribir, tengo mucho, solo que ahora justo en este momento no lo recuerdo, otro pensamiento, una necesidad de leer poesía, de alimentarme, como cuando leo algo yt mi cerebro se queda hablando igual que como me habla el autor, una delicia para el alma esos momentos, incluso mi mente empieza a pensar como el el autor escribe. 

Esa es una idea que merece un poco mas de desarrollo. Otro sorbo al te y pienso si lo que dije acerca de esa idea no es ya suficiente, si hablar mas de lo mismo no va a echar a perder esa expresión mínima de una idea, eso lo hago mucho, hablo mucho de lo mismo, cunado si economizara palabras seria mas puntual, como si la repetición fuera un vicia donde refugiar o como si manifestara una impotencia de no ser escuchado, así lo hacía mi padre, y así lo hago yo, he tratado de dejar de ser repetitivo cuando discuto con Susy o cuando hablo con los niños, pero siempre queda el tic, como algo inevitable.

Llega la tentación de contar las letras, pero quiero seguir este ejercicio de escribir, me gusta, un cliente ha interrumpido, de hecho ya había interrumpido otro, pero eso es bueno, que se manifiesten.

Así que no conté las palabras que llevo escritas, es increíble lo mucho que puedo escribir sin decir nada, o me pregunto que este decir nada es decir mas. Un pensamiento se cuela, y se pregunta por que ya nadie se asoma a ver esto, ya había hablado de la doble sensación de que nadie vea estos textos, por un lado tranquilidad por que he escrito cosas muy personales que incluso pueden afectar de los que escribo y por otro lado se siente un poco mal por estar gritando en el desierto.

He contado cuantas palabras, solo 591, habrá que escribir otras 150 por lo menos. Otro sorbo al te que ahora está en el punto entre caliente y tibio, ya está mas tomable. Me gusta pedir las bebidas bien calientes, tenerlas en poder para dejar que se enfríen  e ir consumiendo su vida hasta que los últimos sorbos son fríos. 

Desorden en mi escritorio, muchos papeles por archivar y ordenar, Héctor me comenta algo de sus clases, mi mente entra a un estado de alerta casi casi meditativo, solo molestada por la garganta rasposa y una tos que me ha dejado el covid. Un poco de frio en los brazos, el sol se asoma a modo de reflejo en los comercios de enfrente 



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